A menudo me gusta hablar de la familia como una pequeña comunidad, la primera comunidad donde vivimos. Nathanson define la comunidad como un grupo público de relaciones interpersonales que tienen la capacidad de expresar y compartir sus afectos y sentimientos, trabajando juntos para: 1. Incrementar los afectos positivos; 2. Disminuir los negativos; 3. Poder expresar libremente nuestros afectos y: … 4. ¡Maximizar los tres primeros puntos!
Esta manera de ver la familia me hace pensar en cosas que pasan o pueden pasar:
- La necesidad de sentirnos todos responsables del bienestar emocional de todos, cada cual en su justa medida. Entendemos que un niño de 3 años en ningún caso es responsable de la “felicidad” de la madre o el padre. Pero, aun así, un niño de cinco años puede entender que si ayuda a dar las pinzas de la ropa tenderemos más deprisa y podremos tener más tiempo libre todos, ¡también los progenitores! El concepto de GENEROSIDAD coge una nueva dimensión porque los hijos, no tan sólo son generosos cuando “ayudan” en las tareas domésticas a los progenitores, sino que son conscientes y responsables que, con su contribución, los padres y las madres también tienen tiempos para ellos: para que puedan ir a correr, sentarse en el sofá a leer o hacer la siesta… ¡Contribuyen pues a su bienestar emocional!
- A menudo hay niños que fuera de casa son una auténtica joya y dentro de casa, muestran su expresión más pesimista, malhumorada, negativa y beligerante! Es decir, fuera, se contienen para cumplir con las expectativas sociales pero “tragan” muchas cosas para no malograr su imagen de buen chico o buena chica… Pero, una vez en casa, cansados de aguantar tanta máscara, se relajan y pueden mostrarse en toda su expresión. Es algo que a los padres preocupa y hay que nivelar las dos caras de la misma persona… Pero, en el fondo, es un signo inequívoco de confianza porque saben que en casa los podemos contener y los amamos a pesar de todo! Eso sí, vale la pena hacer conciencia que esperamos ver en algún momento la mejor versión de sí mismos que será la reconciliación de los dos polos!
- Si queremos una relación paritaria y andar juntos hacia una verdadera pequeña comunidad afectiva, los padres y madres, también tenemos que ser capaces de compartir lo que sentimos. Vuelvo a recalcar, en la justa medida de la edad de los hijos y en ningún caso, usarlos de confidentes de nuestras vidas privadas, no!!! Pero poder expresar que hoy, los padres estamos un poco enfadados, o mostrar que nos amamos, o mostrar el disgusto por la reacción de la abuela o, la ilusión por un proyecto conseguido o, la preocupación por una noticia inesperada o, el enojo con el compañero de trabajo… También ayuda a crear confianza, vínculo y comunidad. Porque ellos, nuestros hijos, también sienten estos afectos, sentimientos y emociones y entonces, los padres y las madres, aparecemos como personas reales!!!
En una comunidad, las cosas son mucho más EFECTIVAS cuando se hacen CON los otros y no PARA LOS OTROS (permisivos), ni CONTRA LOS OTROS(autoritarios)! Todo ello, bien lejos de la sobreprotecció a la cual estamos bastante acostumbrados