¿Por qué, tan a menudo, padres y madres tienen la sensación que sus hijos e hijas no los escuchan, que están dispersos y que tienen dificultades para concentrarse?
Cuántas veces al día tenéis la sensación que estáis hablando con vuestros hijos y que ellos hacen ver que os escuchan pero cuando habéis acabado en realidad no se han enterado de nada. O, a veces, directamente, ¿no os parece que están en otra galaxia mientras intentáis tener una conversación? Y en la escuela, ¿su maestro os ha dicho nunca que en el aula se distrae?
A menudo, padres y madres tenemos la sensación que no nos escuchan, que están dispersos y que tienen dificultades para concentrarse. Pero ¿es solo una sensación o es un fenómeno real? ¿Actualmente los niños tienen más dificultades para estar atentos? ¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías?
Los expertos coinciden que los niños reciben desde muy pequeños demasiados estímulos y que esto les dificulta poder estar bastante atentos. Luis López, autor del libro ‘Educar la atención’ (Plataforma), asegura que la mente de los niños -y también la nuestra, la de los adultos-“está saturada de estimulaciones, y nuestra atención tiene un límite”. ¿O habéis buscado vuestras gafas que tenéis puestas o algún objeto que en realidad tenéis en la mano?
Los niños reciben desde muy pequeños demasiados estímulos y que esto los dificulta poder estar atentos.
A lo largo de día podemos llegar a pensar muchísimo, a tener entre 60.000 y 70.000 pensamientos, y cuanto más excitados estamos, más pensamientos tenemos. López, que es doctor en psicología y director del programa TREVA, un programa de formación dirigido a los centros educativos con el objetivo de desarrollar las competencias de la relajación, la meditación y el mindfulness de los alumnos, explica que, además de la cantidad de información y de estímulos que reciben los niños, uno de los factores que los dificulta todavía más la atención es la rapidez con que tienen que reaccionar a estos inputs y recibir otros. Y alerta que esto lEs acaba creando “una angustia invisible que aparece más adelante en forma de estrés u otras patologías que dificultan el estudio”. En sus intervenciones en las aulas, el equipo del programa TREVA ha detectado que al menos el 20% de los niños y adolescentes se muestran incapaces de mantener los ojos cerrados de manera voluntaria.
ESTÍMULOS EXCESIVOS
La maestra y psicopedagoga M. Helena Tolosa, autora del libro ‘Nuestros conflictos de cada día’ (Editorial del Serbal), es del mismo parecer. Considera que con un cerebro todavía en construcción como el de los niños, que todavía está desarrollando muchas funciones, el exceso de estímulos dificulta la capacidad de atención.
Como favorecer la atención en casa:
- Reducir el uso de las nuevas tecnologías.
- Comer juntos toda la familia.
- Realizar actividades que impliquen el cuerpo y el movimiento.
- Tener claro que cada cosa tiene su momento.
- Comunicarnos con tranquilidad.
- Tener un espacio para cada cosa.
Tolosa cree que ahora los niños tienen muy pocos instantes de silencio y de quietud a lo largo de día, para poder estar con ellos mismos. “Ahora constantemente estamos estimulando el cerebro, continuamente nos están bombardeando”.
Además, según Luis López, las nuevas tecnologías tampoco ayudan. Varias investigaciones científicas de los últimos cinco años señalan que los niños que se someten a una educación estrictamente digital pierden la capacidad de atención y, por lo tanto, otras facultades mentales que se derivan, como la memoria, el cálculo, la abstracción o el análisis.
MÁS TIEMPO DE SILENCIO
Ante esta falta de atención, pues, ¿qué es puede hacer? Para empezar intentar reducir los estímulos y también el uso de nuevas tecnologías, ofreciéndolos más momentos de silencio. Por ejemplo, cuando viajan en coche es una buena oportunidad para que no vayan mirando el móvil, la mesita o el DVD y puedan disfrutar de un rato sencillamente mirando el paisaje.
Ahora bien, ¿se puede educar la atención? El filósofo y pedagogo José Antonio Marina habla de la atención humana como un sistema de doble nivel. Hay una atención espontánea, automática, que está dirigida por los estímulos, y otra de voluntaria, que hay que aprender. Marina considera que actualmente se favorece mucho más la atención espontánea, con entornos llenos de estímulos y fomentando que los niños hagan varias tareas a la vez. Por eso, a veces, traen -y traemos- al límite la capacidad de atención y nos equivocamos.
Actualmente se favorece mucho más la atención espontánea, con entornos llenos de estímulos y fomentando que los niños hagan varias tareas a la vez
Ante este exceso de estímulos y de la falta de momentos de quietud, cada vez crece más el interés por prácticas como el mindfulness, que no dejan de ser una manera de entrenar la atención. Los ejercicios de atención plena -dice Tolosa- nos ayudan a tomar conciencia del piloto automático que todos traigamos y que a menudo nos hace hacer muchas cosas a la vez, lo cual provoca una sobrecarga al cerebro. Según la psicopedagoga, las prácticas de atención plena mejoran la atención y la concentración y nos ayudan a frenar los pensamientos estresantes, o el río de pensamientos constante del cerebro, para que no se nos lleven. Esto nos permite vivir el presente; en definitiva, “estar atentos al aquí y el ahora”.
Así pues, M. Helena Tolosa propone recuperar los momentos de quietud como una forma de educar la atención.
INTERIORIDAD EN La ESCUELA
De hecho, actualmente en las escuelas hay toda una corriente de educar la interioridad y la atención llena que está muy relacionado con la educación emocional. El mismo Luis López dirige el Máster en Relajación, Meditación y Mindfulness de la Universitat de Barcelona (UB), en que se forman expertos que introducen el mindfulness en las escuelas.
Hay muchas maneras de educar la atención, adecuadas para cada edad. López propone que con los más pequeños, hasta los 7 años, se hagan ejercicios de psicomotricidad que impliquen atención y manipulación de objetos y, sobre todo, trabajar con los dedos. Y con los grandes puede ser desde tocar un instrumento hasta cultivar plantas. Otra práctica cada vez más habitual en las escuelas, explica Tolosa, es el tarro de la calma, una técnica que parte de alguna manera de la filosofía Montessori y que consiste a coger un tarro de cristal y poner agua con un poco de purpurina. Hay que fijar la atención en cómo cae la purpurina y esto ayuda a focalizar en un sola cosa, neutralizando todo lo del cercando.
Ejercicios para mejorar la atención
- Tomar conciencia de la respiración. Con los más pequeños se puede trabajar la atención haciendo que se fijen en cómo te entra el aire por la nariz y les hace cosquillas o cómo sube y baja un peluche de rana o cualquier objeto colocado sobre la barriga mientras están estirados. También se los puede hacer respirar en 4 tiempo, retener aire en 4 tiempo y expirar en 4 tiempo, como si olieran una flor y así, inconscientemente, hacen una respiración profunda.
- Pasear por la naturaleza estando atentos a los sonidos, los olores, los colores…
- Andar despacio o hacer movimientos muy lentos, como levantar una mano, tomando conciencia de las sensaciones del movimiento. Todo lo que representa escuchar el propio cuerpo, como ser conscientes del latido del corazón, es una manera de trabajar la atención y la concentración.
- Pintar mandales.
Artículo del periódico ARA CRIATURES
https://criatures.ara.cat/familia/com-educar-atencio-en-els-infants_0_2042795703.html